sábado, 19 de mayo de 2012

Supernannies de pacotilla

No todos los sinsabores de la maternidad recién estrenada son causa de los aconteceres lógicos e inherentes a la crianza, esos que experimentas tarde o temprano, en mayor o menor medida, y que te hacen entrar en un estado de deseperación y agotamiento sin límites.

Y es que en mi maternidad desquiciada merecen un capítulo aparte las que yo denomino supernannies de pacotilla, siempre tan dispuestas a poner su granito de arena en su afán por que te des cuenta de que tú, madre primeriza e inexperta, lo estás haciendo fatal con tu retoño y que ellas, sublimes madres perfectas y experimentadas, son el paradigma del buen hacer maternal. Y todo sin que nadie las invite a pasar. Porque no hay nada más exasperante que los consejos gratuitos, esos que recibes sin haber solicitado.

En mi corta andadura por estos lares de la crianza he conocido a algunas de ellas y, a groso modo, la mayoría encajarían en una de estas tres categorías: Supernannies anacrónicas, supernannies coetáneas y supernannies no-madres.

Supernannies anacrónicas. La supernannies anacrónicas son aquellas cuyos vástagos ya casi peinan canas y cuando dieron a luz a su prole todavía no existia la televisión a color. Te recomiendan fervientemente la infusión de anisetes para los gases y los polvos de talco para las rozaduras del pañal. Si estás lactando a tu bebe, las supernannies anacrónicas te instan a beber hectolitros de leche para producir ídem (si es de almendras, mejor). Te desaconsejan tomar naranjas por si al chiquillo le da acidez y legumbres o coca-cola por si le dan gases. Lo más hilarante del caso es que todas con las que me he topado tienen un master en lactancia materna: ninguna dió pecho a ninguno de sus hijos porque "su leche no alimentaba".
Las supernannies anacrónicas te miran con aire inquisidor porque alimentas a tu bebé de más de cinco meses sólo a base de leche materna y, aunque lo vean bien sanote y lozano, te animan a meterle una papillica; que ellas a sus hijos con tres meses ya le daban la de maizena y a los seis, leche de vaca directamente de la ubre.
Cuando ven a tu retoño lloroncete y quejicoso, las supernannies anacrónicas juran sobre la Biblia que tiene mal de ojo; por mucho que tú les expliques que está en su hora tonta o que está desquiciado porque tiene sueño.

La supernannies coetáneas, son madres más o menos de tu generación que, como tú, también se hayan inmersas en esta maratón de la crianza y sus retoños se asemejan en edad a los tuyos. Las supernannies coetáneas son ávidas e intrépidas observadoras de tu rutina maternal y no pierden un segundo para apostillar ante el más mínimo detalle relacionado con el cuidado de tu bebé, dejando claro siempre lo que ellas hacen con el suyo. Y eso, of course, sin que nadie haya dicho "esta boca es mía" y dando a entender que más vale que lo hagas como ellas si no quieres arder en el infierno de las malas madres:

"¿Y usas pañales de esa marca? Uff, pero si son los más caros y encima no absorben nada: Yo los usaba con mi Jessi (el determinante posesivo que no falte, pues así dan más la impresión de ser unas madres super-mega-entregadas). Pero los tuve que cambiar porque se le salía todo el pis..." Mejor los de Mercawoman, mujer. Mira, toma un par, los pruebas y ya me cuentas..."

"¿Y le das la cena a esta hora...? Pues yo a mi Jonathan  bla bla bla bla bla..." Y te recita con pelos y señales el menú diario del chiquillo, desde que desayuna hasta que cena y recena, sin faltar ni el más mínimo detalle sobre las horas, las cantidades, las marcas de los potitos y, si no la cortas a tiempo, hasta te cuenta el color de la cuchara, la marca de la trona y si le pone baberos de plástico o de rizo.

Las supernannies no-madres, o más comúnmente conocidas como auxiliares de escuela infantil, aún no cumplen los 21, saben de pe a pa todo el repertorio de los Cantajuegos y otras abobinables canciones infantiles coreografiadas, se han estudiado de memorieta las tablas de hitos del desarrollo del niño de 0 a 5 años de Haizea- Llevant y están haciendo prácticas no remuneradas. Las supernannies no madres tienen el rostro lozano, llevan el maquillaje inalterable y la sonrisa siempre puesta. Te cuentan un refrito aprendido en libros de aquí y de allá sobre lo que debes hacer para que el niño te duerma del tirón y se quedan tan panchas. Ellas, peliplanchadas, sin un atisbo de ojeras y sin haber pasado una mala noche de llanto infernal en su vida.

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